miércoles, 31 de octubre de 2012

Lectura 31 de octubre de 2012



Entre muchos casos curiosos que se producen en las grandes ciudades hoy debemos hablar de alguien que, viviendo en la mayor miseria, resultó a su muerte ser dueña de una enorme fortuna. Se trata de la anciana doña Virtudes Sala, de 67 años de edad, digna de compasión por su gran pobreza. Doña Virtudes no se trataba con nadie, y apenas si cruzaba el saludo con los demás vecinos de la casa donde ocupaba una habitación desde hacía treinta y tanto años. Por las mañanas solía salir temprano, vistiendo siempre ropas muy viejas, y se pasaba varias horas fuera de casa revolviendo los recipientes de la basura o recogiendo cartones.

 

 
Pues bien: en el día de ayer, extrañados sus vecinos de no haberla visto aparecer durante varios días, dieron aviso a la policía. Como se temía, allí fue hallada la pobre anciana, que estaba muerta. Probablemente llevaba muerta dos o tres días. Una vez retirado el cadáver, la autoridad procedió a examinar con cuidado la habitación. En un armario se almacenaban trapos, sombreros, plumas, velos, todo ello picado de polillas y con mal olor. En una esquina de la habitación el montón de periódicos y revistas viejas subía hasta el techo. La cocina tenía una cacerola abollada, una sartén negra, un plato, y casi nada más. En el cajón de la mesita se guardaban varios papeles. Y entre esos papeles estaba oculta la gran sorpresa: un resguardo del banco y otros documentos que indicaban que doña Virtudes poseía una enorme fortuna, cuya cuantía no ha podido saberse, pero que en todo caso deberá contarse en millones.

(Francisco Ayala)
Contesta a las siguientes preguntas:                                           
 
1.- ¿Cómo vivía doña Virtudes?
2.- ¿Qué hacía todas la mañanas?
3.- ¿Cuántos días llevaba muerta?
4.- ¿Cómo estaba la ropa que guardaba?
5.- ¿Qué cosas de estas no tenía en la cocina?
6.- ¿Esta mendiga era pobre o millonaria?
7.- ¿Cómo titularías esta lectura?
8.- Dibuja la habitación de la mendiga millonaria